El café de Rafelo Arias


Rafael Emilio Arias conocido entre la comunidad como Rafelo se ahogo en el rio Nizao cerca a una de las fincas en donde tenía una floto de 50 mulos que utilizaba para bajar el café y sus otros productos y para otras actividades comunitarias durante el paso del Huracán Irene.



Rafelo es uno de los más fieles socios activos del Movimiento Cafetalero de Acción Comunitaria-Movicac y su pérdida es irrecuperable para este movimiento ubicado en la ciudad de Bani, provincia de Peravia en República Dominicana. Además es uno de los caficultores certificados para producir el café de la Denominación de Origen Valdesia.


Rafelo nació en los Cateyes en el Paraje de los Jobos hace 46 años. Toda la vida vivió en el campo y era uno de esos campesinos que tanta le está haciendo falta a nuestros países, trabajador incansable, siempre listo a trabajar en bien de la comunidad.


Rafelo tenía alrededor de 2000 tareas de café sembradas en varias fincas, la más grande en el paraje de la Malanga de los Cateyes (18° 29' 17.7"N; 70° 21' 44.0"W; entre 800 y 900 msnm) y otras en La Cabirma (18° 25' 50.7"N; 70° 20'48.1"W; 600-700 msnm) y Calderón (18° 29' 19.2"N; 70° 20' 53.6"W; 900-1000 msnm). Acá les presento la calidad promedio de su café durante la cosecha 2010-2011.


Rafelo era descendiente de familia cafetera, se crio entre el café, trabajo toda la vida el café y murió tratando de pasar el rio durante el huracán Irene para atender sus cafetales.


En esta zona cafetera existían alrededor de 512 familias dedicadas a las actividades cafeteras y agrícolas y actualmente solo quedan entre 70 y 80. Todas estas familias emigraron del campo cuando la crisis cafetera y Rafelo junto con su hermano “Chacho” (Héctor Leonel Arias) se quedaron tratando de mantener los cafetales y luchando arduamente contra el bombardeo de malos precios que nos azotaron por muchos años. En la actualidad ellos son los mayores productores de café de la zona quienes con su tesonero trabajo demuestran que la caficultura si puede ser rentable y por ende una actividad exitosa.


Rafelo estaba casado con la Sra. Jacqueline Mateo, profesora de profesión, quien abandono el magisterio para acompañar a su esposo y trabajar “hombro contra hombro” con Rafelo en los cafetales. Con ellos vivía uno de sus hijos también caficultor y esperamos que ellos dos, Jacqueline Y José Gregorio continúen el trabajo de Rafelo.

Los creyentes oren por su alma y los demás un minuto de silencio.

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